Cerveza y buena música (Libre)

Acelero al máximo mi moto, con la esperanza que su ruido opaque la última discusión de mis padres, aún fresca en mi cabeza.

El asfalto vibra bajo mi super máquina, pero aún me siento frágil y pequeña. Necesito distracción, pronto... Y veo una hilera de motos estacionadas afuera de un bar. ¡Perfecto! ¡Voy a emborracharme!

Estaciono impecablemente mi moto: Aunque mis padres me dan todo lo que quiero, no descuido este bebé. Luego de ponerle seguro, me trago unas pastillitas para animarme.

Al ingresar, me arrepiento de no haberme puesto de acuerdo con Zacky: Los viejos no dejan de mirarme como si tuvieran rayos-X. Claro que llevo una minifalda jeans, con un peto blanco, dejando mi ombligo y piercing a la vista... Ahora yo escanneo el lugar y veo una chica sentada sola en una mesa. Me acerco y pregunto:

- ¿Te molesta si me siento contigo un rato?

Mientras bebía mi cerveza en silencio, observando con tranquilidad al camarero repelente, alguien entró en el local. No me giré a ver quién era, pero supe que era una chica joven gracias a los comentarios de albañil que soltaron algunos hombres. La chica en cuestión se sentó a mi lado y me preguntó si no me importaba tenerla ahí. Me aparté ligeramente dejándole sitio para que se sentase en el taburete de al lado, junto a mí.

-Oh, claro, siéntate conmigo -le dije mientras la examinaba. Era bastante mona, la verdad es que al menos los comentarios de los hombres tenían su fuste. - Así al menos tendré alguien con charlar mientras espero la actuación del grupo -le dije con una sonrisa.

Aquella chica tenía una sonrisa preciosa. Me llamó la atención su atuendo, pero al fin y al cabo era propio de aquel lugar, nada que sobresaltase demasiado. Sin embargo, su pelirrojo cabello sí que me gustó. Le aportaba una personalidad desenfadada y juvenil. No parecía tener mucha edad, aunque tampoco tenía pinta de ser infantil. Desde luego, al menos su cuerpo sí estaba bien desarrollado.

-Bueno, amigo, ponle otra pinta a esta chica -le dije al camarero. La miré y le guiñé un ojo- Invito yo, ¿vale? -ella pareció sorpenderse ante mi invitación, pero aceptó- En fin, cuéntame, ¿qué te trae por aquí? Oh, por cierto -dije mientras estiraba mi mano hacia ella, en forma de saludo - Soy Cora.

Que bueno, la chica hasta me hace un espacio. Al sentarme, escucho sobre una actuación...

- ¿Dices que cantarán aqui hoy? -¡Que bien!- ¿Quienes se presentan? -Menos mal que siempre traigo mi cámara fotográfica.

Entonces, ella me invita un trago. Al principio me niego, porque mi tarjeta de crédito es virtualmente ilimitada, pero bueno, qué más da, acepto.

- Un placer, Cora. Yo me llamo Linda, Linda Smith. -¿por qué ese guiño a James Bond? Sólo porque me gusta...

Entonces, llega mi cerveza: - ¡Salud! -y me tomo la mitad en un sólo trago.- Ah... -Los viejos siguen mirando, pero ahora ya no importa...

La chica se presenta y ambas hacemos un improvisado brindis con nuestro par de cervezas. Parece una mujer despierta, con ganas de comerse el mundo. Me preguntó por la actuación de aquella noche.

-Bueno, en realidad no es ningún grupo; es un solista. Ni siquiera sé su nombre. Pero en fin, un poco de música no me vendría mal. Así que... Me gustaría escucharle un rato. No sé su nombre, la verdad.

Me escuché hablar, y a la vez que lo hacía sentía náuseas. Sería difícil encontrar a alguien que mereciera la pena. Recordé a Nathan, nuestro encuento accidental (nunca mejor dicho). Aquel chico sí que tenía talento. Si encontrase grupo estaría encantada de llevarlos como manager. Ojalá me volviera a llamar algún día.

-En fin, ¿qué haces en este bar? ¿Habías quedado con alguien o sólo has venido en busca de un poco de fiesta? -le dije mientras salía de mi ensimismamiento.

Tenía ganas de jugar al billar, pero aquellos tios gordos y bigotudos no se iban ni a tiros. Aún les quedaban bastantes bolas por colar, y dudo que tardasen menos de media hora, puesto que la puntería que tenían no era nada buena. Y además, me jugaría mi melena a que cuando terminasen volverían a echar una monedita. Esperaba que al menos esa chica me diese conversación, o si no mi noche iba a ser más aburrida de lo que esperaba.

Otro día nefasto en la búsqueda de un grupo con el que poder darle duro a los tambores. Otra noche en la que terminaría con Linda en algun bareto de mala muerte muriéndonos de asco. Pero esta noche era diferente, íbamos por primera vez al Bar Coyote, que tenía buena pinta, y encima había música en directo, por lo que alguien de los que hubiera por ahí puede que buscara un batería para una banda.

El metro me dejó bastante lejos de la zona rockera de L.A. donde se encontraba el bar. Fui andando, sin ni siquiera pasar por mi casa a dejar la bandolera, ni a arreglarme ni a cenar un poco. No tenía hambre. No hacía muy mala noche, y se podía caminar tranquilo y agusto por la calle.

En cuestión de unos treinta minutos me planté frente al bar. En la puerta había aparcadas unas treina motos de gran calibre, cuyos conductores oraba por fueran apuestos chicos de pelo largo y jóvenes, cosa de la que me olvidé cuando entré al garito, lleno de viejunos mugrientos bebiendo, chillando, jugando al billar y babeando a unas cuantas mujeres que había en aquel lugar. Qué asquerosos.... Busqué a Linda con la mirada, y la vi sentada en una mesa cerca del improvisado escenario junto a una chica de pelo rubio. ¡Era super mona! Me dirigí a ellas casi brincando y las saludé.

- ¡Hola chicas! ¿Puedo sentarme con vosotras?-. Linda asintió y yo me acerqué a la rubia que se levantó de su asiento un instante. - Hola guapa, me llamo Zacky, es un placer conocerte. - me presenté, dándole dos de besos en las mejillas.

- Oh, sólo un solista... Pero igual puede sorprendernos. -ojalá que sí, porque yo lo necesitaba. Su pregunta justo me recordó lo que quería olvidar, los gritos de mis padres:

- Bueno, había conversado con un amigo de venir aquí, pero no nos pusimos de acuerdo en la hora, así que no sé cuando va a llegar. -suspiro tomando otro trago de cerveza. Ah... termino el vaso y lo dejo en la mesa. Sigo la mirada de Cora, y veo como sus ojos se posan en la mesa de billar. Me río en voz alta al imaginar que ella estuviera interesada en alguno de los viejos feos:

- ¿A quién hay que sobornar para que juguemos allí? -el alcohol ya estaba desinhibiéndome, y tenía ganas de posar sobre la mesa de billar. Pero mis malos pensamientos se interrumpen con el saludo de mi amigo:

- ¡Por supuesto Zacky! ¡Que bueno que llegaste! -le hago un lado y él termina sentado al medio de nosotras.

Mientras aquella joven me explicaba que había quedado ahí con un amigo, el chico en cuestión apareció junto a nosotras. Era un moreno alto, de piel pálida, con un peinado engominado y pelo medio largo medio pincho, cuyo flequillo tapaba su cara más o menos a medias. Llevaba unos cuantos piercings, y su vestimenta era típica de uno de esos adolescentes que se hacen llamar "emo". Sonreí. Vaya pintas se veían por aquel lugar. Me levanté para saludar al chico, que parecía bastante majo. Se presentó con un curioso nombre, y yo hice lo propio.
-Hola, soy Cora. Encantada.

Él me saludó con un efusivo par de besos y se sentó junto a nosotras. Tan sólo dijo un par de frases, pero sus andares, sus gestos y su forma de hablar desvelaban un carácter no falto de pluma. Yo, todavía de pie, me di cuenta de que era una desconocida en medio de un par de jóvenes que habían quedado a solas para pasar una buena velada.

-Oh, lo siento, creo que sobro. Creo que iré a sentarme por allí -dije señalando una mesita cerca del escenario, que ya estaban poniendo a punto para la actuación.- No os preocupéis por mí.

Dicho esto cogí mi cerveza y me preparé dispuesta a irme hacia aquel lugar, donde podría disfrutar de la actuación y después irme a casa tranquila.

Zacky nos saluda de besos a Cora y a mí, y quedo feliz de estar rodeada de gente buena onda, pero de pronto Cora se levanta, para dejarnos "tranquilos":

- Oye, oye, ¡quédate! -digo tomando su cerveza y devolviéndola a la mesa- Es cierto que Zacky y yo somos amigos, -y me aprovecho de abrazarlo cariñosamente- pero sólo somos eso, amigos... ¡En serio! -agrego ante su mirada perspicaz- Vamos Zacky, dile que se quede... -no me doy cuenta que el alcohol y las pastillas ya están haciendo efecto, pero sí ya olvidé lo que quería olvidar!

¿Qué se suponía que debía hacer yo en aquella ciudad? ¿Quedarme sentada?
El teléfono sonó estrepitosamente, y cómo no lo aguante por mucho tiempo consté al instante.
-Hable
-Hola Imel, necesito un pequeño favor
Era ese amigote de mi padre, el dueño del bar que tanto odiaba: lleno de viejos creyendo que no lo eran y mujeres creyéndose más de lo que eran.
Ni me había dicho Hola que ya necesitaba un favor
-¿Qué? -Dije algo irritada
-Bueno...nuestro solista que iba a presentarse esta noche sufrió una descompenzación, y me acordé de ti, ¿que dices? ¿quieres presentarte esta noche?
Sinceramente, no quería. No tenía número preparado, y prefería no hacerlo a que pasar vergüenza, pero al final acepté: tenía una guitarra asombrosa y una voz muy buena, tenía talento y me había cansado de guardarlo.

Tomé mi chaqueta y mi guitarra y salí directo para aquel bar. Al llegar vi a todas esas personas a las que me refería y a un grupito de tres personas que destacaban entre toda la gente que allí. Sin pedirle permiso a nadie enchufé mi guitarra al amplificador y empecé a tocar los acordes de Smells Like Teen Spirit, a todo mundo le gustaba Nirvana, y si no les gustaba, lastima por ellos. Cuando llegó la parte de cantar lo hice con mucha tranquilidad, a fin de cuentas ni vi a la gente, no tenía porqué preocuparme.
Mi cabellera rubia y mi forma de vestir chocaban un poco con ese lugar: jeans rotosos, remera negra, y claro, la mecha rosa, la gente solía decirme que me veía infantil.
Cuando terminé la canción me sentí rara: odiaba tocar sin banda, la guitarra y la voz solas sonaban un tanto raras para mí.
Tres canciones más y entró otra banda, por lo que decidí que era mi tiempo de relajarme un poco. Me acerqué a la barra y pedí una cerveza, mientras la tomaba veía a esa banda, que no sonaban tan mal, pero no tan bien cómo yo.

La chica y su amigo parecían ser sólo eso, amigos. La joven me aseguró que no había nada entre ellos. La verdad es que no era eso lo que había pensado, y no hacía falta que me lo aclarase, más bien temía estar entre dos personas que estaban bien sin una desconocida con la que acababan de cruzar las primeras palabras.
-Cariño, no hace falta que te expliques; no me importa -le dije con una sonrisa.- Sin embargo, si me lo pedís, tendré que quedarme.
La chica parecía ser maja, y el chico desde luego lo era. Me encantaban esos hombres afeminados que se rodeaban de mujeres para cotillear haciendo palmas.
Linda, que así se había presentado, parecía estar un poco ida. Quizá la cerveza le había subido pronto. Una de dos: o bien era la primera vez que bebía y el poco alcohol que había tomado le había hecho efecto demasiado pronto, o bien, por el contrario, estaba más que acostumbrada y ya había bebido en casa, o en el lugar del que hubiera venido.

Antes de que pudiéramos decir nada, un hombrecillo bajo y rechoncho de barba y bigote extravagantes se subió al pequeño escenario del local con un micro. Le dio un par de golpecitos para comprobar el sonido y comenzó a hablar. Nosotros giramos los taburetes para ver qué sucedía. El hombre, hablando entre dientes, anunció que la actuación que estaba prevista no iba a poder llevarse a cabo, puesto que el individuo en cuestión había abandonado la ciudad.

-Seguro que es un eufemismo para decir que estaba borracho como una cuba -les dije a Linda y a su amigo.
Bebí un trago de cerveza y me preparé para la actuación de la solista que sustituiría al otro. Cuando el hombre se marchó del escenario, una chica rubia con el pelo lacio y una vestimenta desaliñada se subió al escenario. Llevaba una mecha rosa que destacaba sobre su cabello iluminado y su ropa oscura. Pintas de niñata jocosa.
-Espero que al menos la música sea buena -les dije a mis improvisados amigos.
Durante los siguientes quince minutos, en los que la chica interpretó tres temas de Nirvana, nos mantuvimos en silencio expectantes ante aquella actuación.
Si bien no me gustaban nada sus pintas y menos aún su cara enfurruñada, su voz era impactante y clara. Unas cuerdas vocales bien utilizadas. Todos los pretextos que había tenido sobre ella al verla se esfumaron en cuanto empezó a cantar; su voz estaba acompañada de una guitarra que ella misma tocaba. La tocaba bien, desde luego, perfeccionaba los temas que interpretaba, pero sin duda, la voz estaba mucho mejor. Enseguida me encantó su forma de personalizar las canciones, y aportarles un toque femenino y con cuerpo. Me gustaba su voz. Me gustaba esa chica.

Muy pronto una llama de esperanza se encendió en mí. ¿Sería aquella chica la voz que había estado buscando durante meses? ¿Tendría la oportunidad ante mis ojos y al fin la habría encontrado? Antes de que pudiera aclarar mis dudas, Zacky rompió en aplausos rápidos y vitales en cuanto ella terminó de tocar, y la chica se acercó a la barra a pedir algo de beber. Giré mi taburete hacia ella y saqué mi paquete de Lucky Strike. Me coloqué un cigarrillo en la boca, manchando la boquilla de carmín rojo.
-Una gran actuación, sí señor. ¿Un cigarrillo?

La actuación fue maravillosa, no había oido una voz tan linda desde hacía mucho tiempo. Rompí en aplausos y saltos cuando la chica terminó y dió las gracias. Yo gritaba como una locaza. ¡Era muy mona y tocaba genial!. Me pensé si quizás podría hablar con ella y ser su batería para conciertos acústicos, pero me cortaba, ya se la veía bastante independiente.

Linda se levantó a por algo de beber, y le grité que me trajera una tónica. Después me senté y miré a nuestra nueva amiga, Cora, que se encendió un cigarrillo. "Ha estado genial!" le dije, mientras volvía a mirar super ilusionado a la chica que había tocado. Estaba guardando su guitarra en la funda, y un encargado del bar guardaba los micrófonos y los altavoces.

Me levanté de mi asiento y fui brincando a su encuentro.

- Me ha encantado, chica! Has estado increíble ahí arriba! Ven conmigo y mis amigas a tomarte algo, ¡invitamos nosotros! - le mostré la mejor de mis sonrisas.

Por suerte Cora se quedó en nuestra mesa, porque no pasó ni un minuto cuando un animador de lo más feo (bueno, quizás combinaba con algunos de los clientes del bar, ja!) empieza a explicar que el show que esperábamos no va.

- Oh... -suspiro triste. En tanto, Cora nos da su teoría de por qué quedamos sin show.

- Si pero, un artista debe ser siempre un artista. Si está curado, igual debe cantar... -pero no puedo seguir hablando, porque el animador nos dice que en cambio una chica igual hará un show.

- ¡Viva! -grito entusiasmada. La rubia, con un mechón rosado a lo "Pink", se acerca al micrófono y no nos mira, concentrada en su arte. Entonces, muestra su talento en tres hermosos temas de Nirvana.

- ¿Por qué habrá muerto Kurt? -susurro bajito a Zacky, con una lágrima casi asomándose a mis ojos, emocionada por la voz de la chica. El problema es que con la emoción, el recuerdo de la discusión de mis padres volvió...

- Chicos, voy a buscar una cerveza en la barra, porque la mesera está re-lejos. -me levanto apoyando en mi silla. Doy unos pasos y escucho que Zacky me pide una tónica- ¡Claro amor! -y avanzo haciéndole el quite a los curados, y a las sillas que se interponen en mi camino.

Off: contesto yo porque está visto que Imel no lo va a hacer. Si llega más tarde, que escriba siguiendo la trama.

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Todo cuanto le decíamos a la chica no provocaba en ella otra cosa que la ignorancia. Había pasado de nuestra cara y se había puesto a tomarse su propia pinta lejos de nuestra influencia. Bueno, una chica difícil, supongo.

-Al menos ha podido sustutuir al borracho que iba a actuar hoy, ¿no -dije a mis compañeros intentando quitarle importancia al asunto.- En fin, dejemos esto a un lado. Bueno, Zacky, ¿de dónde has salido? -dije preguntando por su origen. Sabía que Linda sí era de Los Ángeles, pero no tenía ni idea del paradero de su amigo... que mariposeaba.

Ambos tenían pinta de que les gustase este tipo de música, como la que acababa de tocar. En el fondo sabía que yo sólo veía guitarras corriendo en medio del bar, guitarras tomándose cervezas y baterías jugando al billar. Estaba empezando a estar enferma, pero lo cierto es que no tenía mucho tiempo para pensarme las cosas; o bien encontraba de una vez a un grupo, o iba a morir ahorcada a manos de mi propio marido.

Suspiré esperando la respuesta de Zacky.

Avanzo entre la multitud cuando de pronto siento que alguien me agarra el trasero. Puedo estar ebria, pero furiosa me doy vuelta y le pego una bofetada al imbécil:

- ¡Para que aprendas que conmigo sólo cuando yo lo autorizo mierda!

Sigo mi camino cual dama sin hacer oidos a los murmullos y risas de los demás borrachos. Finalmente llego a la barra y hago el pedido y espero, pacientemente...